Una gran fuerza
Un maestro y su discípulo caminaban por un camino de tierra después de una tormenta violenta. En un momento vieron a un carro atascado hasta el eje. El caballo era una tremenda fuerza para tomar el carro del barro, mientras que el carretero, de rodillas al lado, pidiendo la bendición de Dios para resolver el problema. Al ver la escena, el discípulo dijo:
- Ese hombre afortunado! ¿Vamos a ayudarle
Maestro respondió:
- ¡No! Vamos a estar en nuestro camino!
pero más tarde, todavía no entiendo por qué no habían ayudado al pobre hombre, el discípulo vio a otro vagón en las mismas condiciones. Sólo que esta vez, el carretero estaba furioso, jurando y maldiciendo la situación. Esta vez, el maestro sug-rió:
- Vamos a ayudar a este hombre.
El discípulo no entendía y le preguntó:
- Pero, señor, el otro carretero estaba orando y no ayuda, esto nos está maldiciendo y deja que te ayudemos?
Maestro respondió:
- Todo lo que está hablando es de boquilla. Observar la acción de este hombre.
El discípulo miró y vio al hombre con el hombro lleno de sangre debajo de la carreta, haciendo una fuerza enorme para sacarlo del barro.
Ellos ayudaron al muchacho, quien dio las gracias y se fue.Después de eso, el profesor citó la frase de San Ignacio de Loyola:
- Debemos orar, sí, como si todo dependiera de Dios, pero debemos actuar como si todo dependiera de nosotros.
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