La imagen de la Virgen tiene una larga vida según la leyenda, pues su primer propietario fue, según los códices antiguos, San Lucas, el senador romano Lucano, en el siglo I de la era cristiana. Cuentan, que muerto el evangelista, en Acaya (Asia Menor), la imagen fue enterrada con él. En el siglo IV, fue trasladada, con el difunto, a Constatinopla y, desde aquí, fue llevada a Roma por el cardenal Gregorio, legado del papa Pelagio II. Una vez elegido pontífice, Gregorio Magno, la expuso en su oratorio. La virgen se anota su primera intervención milagrosa cuando el pueblo de Roma, tras aclamarla con fervor a su paso en procesión por las calles de aquella ciudad azotada por la peste, comprobó que la fatal epidemia desaparecía mientras aparecía un ángel sobre el castillo limpiando la sangre de una espada, al tiempo que un coro de ángeles cantaba:
alleluia,
Regina coeli, laetare,
alleluia,
que obtuvo conmovida respuesta del pontífice, Gregorio, que presidía la procesión:
Ruega al Señor por nosotros
alleluia.
Ora pro nobis deum,
alleluia
El castillo, desde entonces, tomó el nombre de Castillo Sant Angelo, refugio de papas en la paz y durante la guerra.
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Procesión, en Roma, en agradecimiento por la desaparición de la peste, y el castillo de San Angelo |
Isidoro, hermano del papa traslado la imagen a Sevilla y la entregó a San Leandro, arzobispo de la ciudad. Durante la travesía, se calmó una fuerte borrasca y la imagen llegó indemne al puerto fluvial hispalense, desde allí fue trasladada a la iglesia principal, en la que fue venerada hasta la invasión musulmana del año 711.


"No temas que soy la Madre de Dios, salvador de linaje humano; toma tu vaca y llévala al hato con las otras, y vete luego para tu tierra, y dirás a los clérigos lo que has visto y decirles has de mi parte que te envío yo para allá, y que vengan a este lugar donde estás ahora, y que caven donde estaba tu vaca muerta,
Debajo de esas piedras; y hallarán ende una imagen mía.
Y cuando la sacaren, diles que no la muden ni lleven
de este lugar donde ahora está; mas que hagan una casilla
en la que la pongan.
Ca tiempo vendrá en que en este lugar se haga una iglesia
y una casa muy notable y pueblo asaz grande.
Tras estas palabras, la Virgen desapareció y el pastor marchó hacia Cáceres para avisar al clero. Cuando llegó a su casa, un hijo acababa de fallecer. Invocó a la Virgen y el hijo resucitó. Este prodigio convenció a los clérigos sobre la verdad de la aparición y todos se dirigieron al lugar del milagroso suceso, excavaron entre las rocas y hallaron la imagen y una serie de documentos que atestiguaban su procedencia.
Allí mismo se construyó la primera ermita y el lugar se convirtió en centro de peregrinación. Y esta fue la versión popular y romántica, la leyenda del origen del santuario, que en los siglos XIV, XV y XVI fue recogida por los monjes en diversos códices. Así, con Gil Cordero y su familia, comenzó la historia de Guadalupe, existe, en el enterramiento del vaquero, una lápida funeraria de cerámica del siglo XVIII que reza:
Hic Jacet
Don Gil de Santa María de Guadalupe,
a quien se aparezio esta Santa Ymagen.
Fue natural de la Villa de Cazeres.
La leyenda pertenece al periodo de "apariciones a pastores" tan característico de los siglos XI al XV de la iconología mariana española, y que se ha repetido, esporádicamente, durante siglos posteriores hasta nuestros días. Y, por lo tanto, de pura leyenda deberían entenderse los acontecimientos, relacionados con la talla de madera, anteriores al siglo XIII.
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