Querido amiguito o amiguita:
Estoy seguro de que te gustan mucho los cuentos y las historias, y de que tus abuelitos y tus papás te las cuentan no sólo para que te duermas, sino también para que aprendas. Pues mira por donde, te voy a decir un secreto: "aunque te parezca mentira, yo soy el abuelo más abuelo de toda Plasencia y de los pueblos de alrededor: de los del Valle, de los de la Vera, de los de la Sierra de Mirabel y de los de la Comarca de Trasierra de Granadilla".
Como soy el más viejo de todos los abuelos, pues he conocido a los abuelos de tus abuelos, a tus bisabuelos, a tus tatarabuelos y a los bisatatatatatatarabuelos de todo el mundo, me sé historias maravillosas que nadie me ha contado, sino que yo las he vivido, y por ello las sé contar y me gusta hacerlo, especialmente a niños como tú. Además, y eso hace parte de mi secreto, yo vivo (es una pista para que descubras quién soy), en el centro de Plasencia, encaramado a una pequeña torre. Mi trabajo consiste en contar uno a uno todos los segundos que marca un gran reloj, y dar un campanazo fuerte cada vez que sumo novecientos segundos., y vuelvo a empezar; y cuando llego a los tres mil seiscientos segundos, doy un profundo suspiro t pego con todas mis fuerzas con el martilo sobre la campana, una, dos, o seis, o diez, o doce veces para que toda la gentte sepa qué hora es. Como me alimento del tiempo, y me trago los segundos continuamente, pues resulta que nunca me muero; y ya que vivo en lo alto del campanario, y reconozco que soy bastante "cotilla", resulta que todo lo veo, todo lo oigo, y nada, nada se me escapa.
Alfonso VIII |
Ahora comprenderás por qué yo sé más que nadie...
Bueno pues, hace muchos, muchos añor, cuando apenas el rey don Alfonso VIII acababa de reconquistar Plasencia, resulta que, desde mi torre de vigía, una madrugada, justo antes de que saliera el sol, vi con sorpresa que la sierra de Valcorchero estaba extrañamente iluminada; era como si el mismo sol estuviese metido dentro de ella. Me empiné todo lo que pude agarrado a mi torre, pero lo único que pude ver fue una luz cegadora que lo envolvía todo. Así que, impaciente, me puse a esperar a que alguien llegase dando la razón de lo sucedido.¡Ah! Tengo que decirte, que estoy encima mismo de la Plaza Mayor, y ése es el lugar al que llegan, antes o después, todos los chismes de la ciudad, y por ello, como te he dicho, me entero de todo y no se me escapa nada, absolutamente nada.
Virgen del Puerto |
Pero sigamos... no tardaron mucho, en llegar los primeros chismosos: " ¿Qué ha sido eso?", dijo uno; "¿no habéis vissto ese resplandor?" comentó e otro; " es como si en Valcorchero hubiese caído una estrella" apuntó el de más allá; "no, no, parece como si se hubiese incendiado de reprente todo el monte, aunque no veo humo por ninguna parte, y los árboles no parecen consumirse", dijo el de más acá: "¡ qué raro!" señaló uno de los presentes; " ¡ es como si Dios mismo quisiera decirnos algo! ", sentenció otro más; "Dios, no lo sé, dijo el más atrevido, pero ahi viene un pastor pegando voces y diciendo que visto no sé qué y no sé cuantos, y que además se le ha aparecido, ni más ni menos que la mismisima Virgen"; "¿la Virgen?, respondio otro; ! a ese lo que le pasa es que la leche de cabra le sienta tan mal que el pobre ve visiones, y de tanto beberla ya esta él mismo como una verdadera cabra! " y por más que se esforzaba el pastor en dar razón de su extraordinaria experiencia, nadie le hacía caso. Pero tanto fue su gritar entre gemidos y lágrimas de alegría, que, por fin, un niño, como movido por la fuerza del cielo, levantó la voz y dijo a todos los presentes: " Señor alcalde y concejales; señores del cabildo; gentes buenas de Plasencia, ¿acaso no estais oyendo las maravillas que este buen hombre, en nombre de Dios os está anunciando? Escuchad, pues, su relato, comprobad si dice verdad y después veremos"
Y así lo hicieron. El pastor, emocionado, con el corazón saliéndose por la misma boca, volvió a referir lo que, a voces, antes había proclamado por las calles: " Estaba yo en Valcorchero guardando mi ganado, recostado sobre un enorme cancho cuando, de repente una gran luz me cegó, una dulce melodia llegó a mis oídos, un suavisimo perfume me envolvió completamente y una gran alegría me inundó el corazón, pues dentro de aquella luz pude ver a la bendita Madre de Dios que, cual mansa y dócil Cordera amamantaba a su tierno Corderillo, y me dijo "Aquí, en Valcorchero quiero quedarme para siempre, para se Madre y Patrona de todos los placentinos. Ve aprisa a la ciudad y cuéntales a todos que me has visto, y que es mi deseo que me construyan una ermita en donde morar y poder recibir a diario la visita de todos mis hijos de Plasencia y su comarca. Al principio no te creerán, pero tú insiste e insiste hasta que te hagan caso" Y eso es lo que he hecho, de tres zancadas me he plantado aquí, y la triple huella de mi sandalia bien mirarla podéis, primero en el gran cancho que pisém después en medio del campo y por fin, en la misma Catedral".
Ermita de Nuestra Señora la Virgen del Puerto |
Comprobada, pues, la veracidad de las palabras del pastor, se pusieron en camino hacia el lugar indicado y, ¡Oh, feliz descubrimiento! En una negra cueva bajo el cancho que hoy conocemos como el "Cancho de las Tres Cruces", se hallaba, hermosa y resplandeciente, a bendita imagen de la Virgen del Puerto. Más tarde procedieron a edificar la ermita que la Virgen había solicitado, pero he aquí que, pensando que el lugar más idóneo para su construcción era ése mismo en el que la imagen había sido hallada, emprendieron la tarea de reunir los materiales necesarios. Pero cuando a la mañana siguiente los obreros llegaron para iniciar los trabajos, resultó que todo tipo de material y de herramientas habían desaparecido. Después de buscar y buscar, descubrieron un poquito más arriba, en aquel mismo camino todo el material. Al principio pensaron que era una broma pesada de algún gracioso, que siempre los ha habido y los hay. Más como el suceso se repitió varias veces, entonces, todos cayeron en la cuenta de que era en ese lugar y no en otro, en donde la Virgen María quería tener su morada, y allí, muy sencilla, en medio de Valcorchero se edificó y se conservva, esplendorosa, la Ermita de Nuestra Señora.
Así fue, querido amiguito cómo se halló, esa bendita imagen que algunos siglos antes unos portugueses trajeron a Plasencia desde Lisboa, en donde era muy querida, mientras huían de las hordas sarracenas que asolaban la Península.
Abuelo Mayorga |
Bueno, a estas alturas , supongo que ya sabes quién es el
"viejo, reviejo", "el más abuelo de todos los abuelos".
Pues si, soy el Abuelo Mayorga.
No hay comentarios:
Publicar un comentario