SAN JORGE Y EL DRAGÓN
El santo se acercó y ésta le gritó:
- ¡Noble señor, huya mientras pueda! ¡Aquí morirá!
- Cómo ¿de qué me habla? ¿Dejar una doncella a merced del peligro? ¡No lo creo! -repuso atento caballero.
Entonces una ola rompió violentamente, llamando su atención hacia la agitada marea, de donde prevenían estridentes y extrañísimos ruidos. San Jorge, al voltear, observó una multitud que gritaba:
- ¡Corran!, ¡corran que viene el dragón!
La joven, advirtiendo el peligro, alertó a San Jorge:
- ¡Vete! Pronto vendrá un dragón que todo lo destruye. Nuestro ejército y nuestro ganado ya han sucumbido a sus llamas, destruyendo el reino de mi padre.
En medio del embravecido mar, empezaron a oírse los ruidos con mucha más intensidad.
La muchacha continuó su relato, rompiendo en llanto: - Mi pueblo ofrece una doncella en sacrificio cada año, para mantener a la bestia fuera de la ciudad. Esta vez he sido yo la escogida.
De pronto, el dragón emergió de las aguas, acercándose para atacar a San Jorge, que se interponía entre él y su presa; pero el caballero, en un ágil movimiento, se armó con su escudo y lanza, hundiendo ésta en el cuerpo del dragón, quedando éste mal herido.
San Jorge ideó un plan y pidió ayuda a la aterrorizada joven:
- Quítate el chal y átalo al cuello de la bestia. Llevémoslo al pueblo que no hará daño.
El feroz animal, extenuado y sin fuerzas, se dejó llevar por la doncella, cual manso corderito, hasta la plaza principal, donde ante el asombro y espanto de los presentes, el héroe desenvainó una gran espada, dando muerte al dragón.
- Esta es una prueba del poder del Señor. Conviértanse, que Él todo lo puede - les habló.
La doncella, que resultó ser la princesa Sabra, fue la primera en bautizarse, después de lo cual contrajo matrimonio con San Jorge, su valiente defensor.
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