El objetivo perseguido con la creación del blog no es otro que su uso como recurso didáctico en la clase de Religión Católica y, que entre el alumnado, se fomente y promueve la utilización de recursos informáticos en el aula. Este blog comprenderá contenidos relacionados con este área y temas de interés que sirvan de complemento e investigacion a nuestro trabajo diario en clase.

San Francisco de Asís para niños

Con motivo de su celebración el día 4 de Octubre os dejo una breve biografía de San Francisco contada por el mismo, espero que os guste.


Yo, Francisco de Pedro de Bernardone, ahora más conocido como Francisco de Asís, os quiero contar mi vida. Nací hace ocho siglos, pero algunos aún me recuerdan.

Mi padre era comerciante de telas y viajaba por todas partes en busca de las telas más valiosas. Le gustaba ir a Francia. Trabajaba mucho y apreciaba el valor del dinero. Creo que no me parezco mucho a mi padre.

Mi madre se llamaba Juana Pica. Era francesa. De ella aprendí a apreciar las cosas bellas, el canto y hasta la lengua francesa.

Fui bautizado en la iglesia de San Rufino y me pusieron de nombre Juan. Mi padre siempre me llamó "pequeño francés", que es lo que significa "Francisco".

Pronto me llevaron a la escuela que había junto a san Jorge y aprendí las primeras letras, el latín, por supuesto. Pero también aprendía a cantar como lo hacían los juglares.

Cuando era joven...
Cuando era muy joven me gustaba presumir de rico. Invitaba a fiestas y meriendas a mis amigos. Y cantábamos y lo pasabamos bien. En esas fiestas abundaba el vino y las canciones. Mis amigos me hicieron jefe de la pandilla porque era alegre, bromista y gastaba dinero de mi padre sin pensarlo dos veces.

Mi padre pensaba que todo esto se terminaría pronto y luego sería un hombre sensato que podría encargarse del negocio de telas que tenía mi padre.

Pero aunque tenía dinero nunca podría ser un noble, un hombre importante. Ya que no tenía títulos por nacimiento sólo quedaba adquirirlos por méritos de guerra.

Por la noche molestábamos a todos con nuestros cantos y nuestras discusiones. La gente estaba muy harta de nosotros. Esta juventud es insufrible..., se quejaba.

Esa vida de joven un tanto desarreglada preocupaba mucho a mis padres. Mamá era más transigente y procuraba tapar todo lo que podía (creo que eso es lo que han hecho siempre las madres).


 
Papá pensaba que eso cambiaría con los años. Y me llevaba de viaje de negocios. Me enseñaba los trucos de su oficio y esperaba que pronto podría encargarme de comprar y vender las telas yo.
La verdad es que se me daba muy bien lo de vender tela a las damas.
Sabía hablarles y siempre compraban más de lo habían previsto.
Bueno, ya os contaré que el rollito con mi padre no terminó bien. Os lo contaré más adelante. Y todo porque encontré a un pobre y le di el dinero que había obtenido de la venta de una partida de tela. Los gritos los pudieron oír todo el vecindario.
Pero es que yo no podía ver a los pobres sin conmoverme. Eso fue una constante en mi vida. Siempre que veo a un pobre me acuerdo de Jesucristo que se hizo pobre por mí.

Me fui en peregrinación a Roma, a visitar la tumba de los Apóstoles. Allí me puse a pedir limosna mezclado entre los mendigos a la puerta de una iglesia. Le pedía a un mendigo que me cambiara sus vestidos.
El mendigo no se hizo de rogar. La gente no comprendía mi gesto. Yo estaba contento porque había encontrado la Dama que iba buscando, con la que me quería desposar. Era la Dama Pobreza, a la que ya no abandoné nunca.

Me volví a Asís. Vagaba con mi caballo por caminos solitarios de los alrededores de Asís pensando en el rumbo que iba a dar a mi vida. Un día encontré a un leproso en mi camino. Di media vuelta y me marché a todo galope.

Pero al rato reaccioné y me volví al lugar donde había huido del leproso. Le pedí perdón. Le di dinero. Y me atreví a besar su cara desfigurada.Seguí acudiendo al lugar donde estaban los leprosos, les lavaba, les llevaba comida. Aquello me marcó.


Navidad en Greccio


Un día me encontré con hombre noble que se llamaba Juan y me preguntó qué debía hacer para seguir el camino del Señor. Le dije que debía prepar y prepararse para la Navidad.

Entonces el noble fue y construyó un establo, hizo llevar allí paja y mandó que pusieran en el establo un buey y un asno.

La noche de Navidad de 1223 muchos pastores y labradores, artesanos y gente pobre de Greccio se acercaron a ver la gruta que Juan había preparado para mí. Algunos trajeron regalos para ofrecérselos al Niño y compartirlos con los más pobres.

Les anuncié que íbamos a celebrar un rito nuevo, más intenso y participativo. Colocamos una figura del Niño Jesús en el pesebre. Invité a un fraile que era sacerdote que celebrara la misa sobre un altar improvisado allí en la cueva. Rodeado de mis hermanos yo canté el evangelio. Lo canté delante del pesebre con lágrimas de alegría.

Después del canto del Evangelio les dije: Hermanos, esta es la fiesta de las fiestas. Hoy Dios se hace un niño pequeño y se alimenta con la leche de una mujer.
Todos se conmovieron y yo el primero. Tenía en las manos la figura del Niño Jesús y ví que comenzaba a lloriquear como hacen los niños. Comencé a acunarlo para que se durmiera.

El prodigio se conoció en todas partes. Y mis frailes comenzaron a celebrar la Navidad preparando un Belén como yo lo había hecho en Greccio.

La vida prosiguió serenamente en todos los conventos donde habitábamos, al igual que en las ciudades donde predicaba la paz entre las familias y grupos que se habían peleado.

Un día de diciembre un fraile que tenía mucho amor de Dios me preguntó que si Navidad caía en viernes los hermanos tenían que abstenerse de comer carne, como dice la Regla que los frailes deben abstenerse todos los viernes del año.

Con toda la dulzura de que fui capaz le dije: "Hermano, pecas si llamas 'viernes' al día en que el Niño ha nacido para nosotros". Esta es una fiesta grande y os recomiendo que comáis bien. Es más, debéis dar pienso en abundancia a todos los animales que tenéis.

Siguiendo mi enseñanza, no sólo los frailes, sino también la gente de los pueblos, alimentaban de una manera especial a sus animales el día de Navidad. Y las muchachas esparcían trigo y otros granos para que no faltara alimento a las alondras, a los gorriones y a las tórtolas





























1 comentario:

  1. Que lindo, me encantó la forma en que lo escribieron, los niños lo disfrutan, muy lindo

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