- He decidido revelar quien soy - dijo Dios - Voy a enviar a mi Hijo a la tierra, para que hable de mi y de mi amor a la humanidad. Estoy buscando qué palabras serán las más apropiadas para que le acompañe y le ayuden en su tarea.
Se armó un barullo tremendo. Miles y miles de letras se alborotaron y se abrieron paso para ser elegidas. Algunas entrelazaron sus brazos y desfilaron ante Dios formando palabras como: holocausto, sacrificio, justicia, Yahvé...
Pero Dios las apartó con cuidado y les dijo:
- Necesito algo diferente.De nuevo, muchas letras corrieron de un sitio a otro y se agruparon de otro modo. Esta vez desfilaron ante Dios las palabras perdón, misericordia, buena noticia, bienaventuranzas, y muchas otras semejantes. El rostro de Dios se iluminó y sonrió complacido, pero siguió buscando algo diferente.
Todas las palabras querían ayudarle, por algo estaban junto a Dios desde la creación del mundo y se habían acostumbrado a trabajar en equipo.Las letras "a" y "b" se pusieron juntas en las rodillas de Dios y formaron la palabra "Abba".
Dios se quedo pensativo, las cogió en el cuenco de su mano y las besó.
Después , se dirigió a todas las letras celestiales y les dijo:
- Mi propio Hijo será la Palabra.
Una Palabra que despertará vida, que denunciará el mal, que hablará del Reino y creará fraternidad. Todas las letras y todas las palabras podéis ayudarle en su tarea, pero con una condición: "No salgáis sólo de su boca, salid también de su corazón. Y que así sea por los siglos de los siglos.
El universo enmudeció. Poco después, la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros.
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