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En el mejor de los casos, todo se reduce a una fiesta muy bonita y familiar, pero sin un referente cristiano que dé sentido y significado a la festividad navideña.
El Adviento y la Navidad son fiestas cristianas, esto parece una verdad de perogrullo, pero el apelativo "cristiano" no es gratuito. Hablando en plata, asistimos en estos últimos años, en nuestras propias narices, a una progresiva paganización de la fiesta más entrañable del calendario cristiano: El Nacimiento de nuestro Señor Jesucristo.
"Pascua donde no se nombre al Mesías, dime si es pascua José, si no le cantan al niño Jesús, dime si es pascua Señora María".
Por eso, hagamos de las tradiciones del Adviento, tales como el intercambio de tarjetas, la iluminación de los edificios, los cantos, el Belén, el árbol, los adornos, etc., una oportunidad para educar en la fe, dando el significado que tienen a la luz del Evangelio .Porque el centro de la Navidad está claro que no son las cosas, sino el propio niño Jesús que viene a nacer en un establo, pobre entre los pobres de la tierra.
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