Y Dios envió a Egipto distintos castigos, que se llamaron las 10 plagas de Egipto:
De las diez plagas siete fueron producidas a través de la acción de Moisés y Aarón y tres, principalmente las cuarta, quinta y décima, por la acción directa de Dios mismo.
En la primera plaga, el agua del río Nilo y de todos los canales y piscinas de Egipto se convirtió en sangre y se corrompió, de modo que no era potable, e incluso los peces morían.
La segunda plaga vino siete días después. Aarón extendió su mano sobre las aguas y aparecieron infinidad de ranas, que cubrieron la tierra. Había ranas por todas partes.
Faraón ahora prometió dejar
ir a los israelitas a realizar sacrificios en el desierto si se removían las ranas, pero rompió su promesa al cumplirse su petición.
La tercera plaga consistió de enjambres de mosquitos que atormentaban al hombre y a los animales. Los magos, que de algún modo habían imitado las dos primeras plagas, no pudieron imitar ésta, y se vieron forzados a exclamar: “Este es el dedo de Dios”.
La cuarta fue una plaga de tábanos. Ahora Faraón permitió a los israelitas marcharse en una jornada de tres días al desierto, pero cuando por la oración de Moisés los tábanos se alejaron, él Faraón falló en cumplir su promesa.
La quinta fue una epidemia en el ganado que mató a todos los animales de Egipto, mientras que no hacía daño a los de los israelitas.
La sexta consistió de úlceras y tumores que se produjeron en hombres y animales.
La séptima fue una pavorosa tormenta de granizo. “El granizo destruyó todo cuanto había en el campo en la tierra de Egipto, desde los hombres hasta animales; el granizo machacó toda hierba del campo, y quebró todos los árboles del campo. Sólo en la región de Gosén, donde habitaban los israelitas, no hubo granizo.”. El asustado Faraón prometió de nuevo y se obstinó de nuevo al cesar la tormenta.
La octava plaga fue de langostas, los siervos de Faraón intercedieron y él dejó ir a los hombres, pero se negó a conceder más. Por lo tanto, Moisés extendió su vara y un viento solano trajo innumerables langostas que devoraron lo que había dejado el granizo.
La novena plaga fue una horrible oscuridad que durante tres días cubrió a todo Egipto.
La décima y final plaga y la más dolorosa fue la destrucción en una noche de todos los primogénitos de Egipto.
La tercera plaga consistió de enjambres de mosquitos que atormentaban al hombre y a los animales. Los magos, que de algún modo habían imitado las dos primeras plagas, no pudieron imitar ésta, y se vieron forzados a exclamar: “Este es el dedo de Dios”.
La cuarta fue una plaga de tábanos. Ahora Faraón permitió a los israelitas marcharse en una jornada de tres días al desierto, pero cuando por la oración de Moisés los tábanos se alejaron, él Faraón falló en cumplir su promesa.
La quinta fue una epidemia en el ganado que mató a todos los animales de Egipto, mientras que no hacía daño a los de los israelitas.
La sexta consistió de úlceras y tumores que se produjeron en hombres y animales.
La séptima fue una pavorosa tormenta de granizo. “El granizo destruyó todo cuanto había en el campo en la tierra de Egipto, desde los hombres hasta animales; el granizo machacó toda hierba del campo, y quebró todos los árboles del campo. Sólo en la región de Gosén, donde habitaban los israelitas, no hubo granizo.”. El asustado Faraón prometió de nuevo y se obstinó de nuevo al cesar la tormenta.
La octava plaga fue de langostas, los siervos de Faraón intercedieron y él dejó ir a los hombres, pero se negó a conceder más. Por lo tanto, Moisés extendió su vara y un viento solano trajo innumerables langostas que devoraron lo que había dejado el granizo.
La novena plaga fue una horrible oscuridad que durante tres días cubrió a todo Egipto.
La décima y final plaga y la más dolorosa fue la destrucción en una noche de todos los primogénitos de Egipto.
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